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Nuestra bienvenida al blog del Área de Igualdad de Oportunidades promovido por la Concejalía de Mujer, Sanidad y Servicios Sociales del Ayuntamiento de Astorga.
En el mismo encontraréis espacios de participación, noticias sobre cursos, subvenciones, actividades,..., y otras propuestas que nos vayan llegando.

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LA CASA. 1º Premio de Poesía "Voces de Mujer", Astorga 2011. De Antonio Esteban González Alonso.

El primer premio del Concurso de Poesía "Voces de Mujer", Astorga 2011, recayó en el poema "La casa", presentado por Antonio Esteban González Alonso, residente en Cacabelos, bajo el seudónimo de  Lucio Cárcaba. En total se presentaron 141 poemas procedentes de toda la geografía española, tanto peninsular como insular.
LA CASA 
             He nacido muy tarde a la memoria de los soles
                 más tristes y la lluvia más gris o la ceniza. 
                                                                            Cecilio Acebo.

Alguien borró los lindes de la casa.               Maldijo de sal todos sus campos. 
Un muro entre los dos abrió la ausencia.           Sólo existe ya silencio y sombra, 
porque es sombra la reja del arado
                                                 y el reloj sin agujas                      detenido
en la sombra en punto de la tarde. 
        Sombra el yugo implacable de los bueyes, 
        la mesa y el candil;          la alcándara y el horno.        Y la ceniza. 
        un lebrillo de cobre
        y la harina en flor en una artesa: 
        las manos de mi madre,      sus panes de centeno. 



El abuelo aguardaba cabe el pozo.  A su lado el perro que acezaba
y la oveja, la mula y la yegua          heridas por el sol más implacable. 



El carro de las mieses      tercamente volvía         de los prados resecos, 
una hierba maldita        por los soles malditos      de aquel maldito estío. 
La casa está vacía.                      (¡Maldita soledad de los cien años...!)
La parra ya no canta los racimos.  (Tendré que emborracharme y olvidarla
pensar en otro tren, -y otra maleta- caminos sin regreso al Norte de este Sur

                                                        
                                                         que está tan alejado,      sin agua ni palomas. 


Os lo digo: le haré sitio a mi pena
y al amigo, al hermano    y    a los muertos que vuelven. 
Al lobo que me aúlla en la memoria, 
a la lluvia, al domingo                                        - incluso a los miércoles de Ceniza - 
y también a las Fiestas de Guardar
y al Otoño y la hierba que crece                        más allá del camino hacia el Norte. 



¿Qué dios sembró de sal hasta el cimiento maldito de la casa, hasta el adobe...?
¿Qué nube se apartó a otras tierras llorando esta lluvia de verano...?


La casa está vacía.                                                  Está sola.
Los muertos han sacado       sus muertos a la calle
y espejos sin azogue los contemplan
bebiendo el sol más duro de esta tarde, 
comiendo el pan salado de la duda 
y muriendo sin tiempo de morirse. 


La puerta y la ventana 
vigilaban el paso de los muertos
y el carro renqueante, 
la yunta que empujaba la pobreza. 


Os recuerdo que había en la casa   un cuadro de la Virgen de la Leche.

                                                (Y ¡tantos hijos muertos por el hambre...!)


Siempre, siempre la sed de aquel castigo
y el sol de la inclemencia
- el ciego sol - cegando      la esperanza maldita de la casa -


Dejadme que la piense y la llore. 
                                                Yo me obligo con lágrimas muy secas
nacidas de la sed. 



Tal vez no haya existido     la cúrcuma o el llantén
que agobiaba el sendero hasta el Páramo                     donde habita la grulla. 



Tal vez me falten pasos y me sobren    ansias para encontrarme con mi sombra
                                                                                                           aunque
quizás no haya existido     ni la casa       ni      el pozo    ni      la lluvia. 

                                            Quizás no haya existido ni yo mismo. 
Antonio Eusebio Glez. Alonso leyende el poema ganador.